El reloj del fin del mundo y cómo escapar a su maldición

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A principios de este 2022, cuando aún no teníamos la desgracia de vivir en estos tiempos locos y acelerados, donde una guerra con potencial de escalada nuclear como la de Ucrania va marcando el ritmo de la vida y la muerte, el Boletín de Científicos Atómicos decidió mantener las manecillas del conocido como “Reloj del fin del mundo” a apenas 100 segundos de la medianoche. Lo más cerca que nunca ha estado del límite con el cual se pretende alertar al público, a los políticos y al resto de la comunidad científica del creciente riesgo de autodestrucción.

Este reloj simbólico “funciona” desde 1947, y la medianoche representa la “destrucción total y catastrófica” de la Humanidad. En un principio solo avisaba de la amenaza de una guerra nuclear global, pero a medida que los riesgos se han ido diversificando y aumentando, también el reloj ha incluido los riesgos derivados del caos climático o del desarrollo de tecnologías como la inteligencia artificial o la nanotecnología.

Ojalá vivas tiempos interesantes. Así reza una supuesta maldición china que irónicamente aboga por la paz y la tranquilidad de los tiempos no tan convulsos. Robert Kennedy, en 1966, a tres años de ser asesinado, declaró en un discurso: “nos guste o no, vivimos tiempos interesantes. Son tiempos de peligro e incertidumbre, pero también son los más creativos de toda la historia de la humanidad.” Parece ser que tal maldición no existe en la literatura china, sin embargo, su mensaje es certero.

La frase del pequeño de la saga de políticos estadounidenses más maldita de la historia no puede ser más acorde al momento histórico que vivimos. Su vigencia es absoluta. Vivimos tiempos interesantes, para lo bueno y para lo no tan bueno. Tiempos de encrucijada, de cruce de caminos, sin vuelta atrás posible. Un momento bifurcación en el cual una civilización define qué es. Un momento que puede ser el del despertar de la humanidad hacia una manera de vivir más respetuosa y pausada, más justa con todas las personas, animales y el resto de la vida, para prosperar asumiendo unos límites del planeta que cada vez son más visibles, o por el contrario, un momento que de no coger y rápido la senda correcta, nos encaminará por la inercia adquirida del propio sistema, hacia posiciones cada vez más peligrosas y cercanas al desastre. El tiempo que tenemos para reaccionar es breve y el reloj sigue corriendo.

Sin embargo este reloj, afortunadamente, es un poco mágico. Permite ir hacia atrás en el tiempo. Y no es en absoluto complicado entender cómo sería posible tal cosa. Ya ha ocurrido antes, de hecho:


Fuente: De Fastfission 14 April 2008 (UTC) - Trabajo propio, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=1575536

Para desafiar al devenir del tiempo de este reloj e ir hacia atrás simplemente hay que frenar. Es posible retrasar las manecillas porque el tiempo que mide este ingenio no es lineal. Tiene forma de espiral. Podemos ir hacia atrás si neutralizamos los riesgos, como se logró en los tiempos de la Guerra Fría. Podemos ir hacia atrás, aún en estos momentos de crisis de toda la civilización, si accionamos con fuerza el freno de emergencia. 

Pero, ¿qué es el freno de emergencia? Y más importante, ¿qué habría que hacer para accionarlo?

Quizá uno de los pensadores más visionarios del siglo pasado, el crítico cultural y filósofo alemán Walter Benjamin dejó escrito lo siguiente hace ya más de 80 años: “Dice Marx que las revoluciones son la locomotora de la historia universal. Pero tal vez se trate de algo completamente distinto. Tal vez sean las revoluciones el gesto por el que el género humano que viaja en ese tren echa mano del freno de emergencia.”

Entre esas palabras está escondida la esencia de una receta para un futuro que no se nos escape como arena de entre los dedos. Para salir airosos del reto que tenemos por delante tenemos que detener el crecimiento económico, y pronto. Porque está sobradamente demostrado que no es posible desacoplarlo del uso creciente de energía y materiales. Otro motivo para asumir el fin de la época basada en el supuesto crecimiento perpetuo es que con unos recursos cada vez más limitados, o se detiene el ansia de expansión, o será cada vez más común que los países y bloques choquen por los recursos restantes. Cuando el estanque se seca los peces se ponen nerviosos. 

Tenemos que racionalizar el uso de los recursos para que éstos puedan cubrir y garantizar los sectores esenciales: alimentación, sanidad, educación. Pase lo que pase. Tenemos que superar nuestra adicción a unos combustibles fósiles que nos van a abandonar igualmente, y que, a día de hoy, siguen siendo la fuente del 90% del consumo de energía primaria que mueve esa locomotora de la historia de ritmo endiablado que se está acercando al final de la vía por la que transita.

Por eso es imprescindible accionar el freno de emergencia. Y con suavidad. Para que no sea a última hora y forzados por las circunstancias cuando tengamos que hacerlo, y nos encontremos entonces con que el shock, el frenazo inesperado y repentino, hace saltar a muchos pasajeros por la ventanilla.

Asumir que la situación es de emergencia es necesario para poder accionar ese freno de emergencia. Si seguimos como si nada grave estuviera pasando, ¿cómo vamos a reaccionar? 

Revolución significa “acción y efecto de provocar un cambio radical o de dar la vuelta de un lado a otro”. Sus componentes léxicos son “Re” (hacia atrás) volveré (dar vueltas) más el sufijo –ción (acción y efecto). Por lo que podemos concluir lo siguiente: que una revolución etimológicamente significa la acción de dar la vuelta hacia atrás. Cuando es muy obvio que hemos errado alguna parte del camino –no hay duda si uno analiza la situación de creciente desigualdad, crisis climática, energética, alimentaria, sanitaria– la única solución es retroceder en algunas ideas equivocadas que han determinado nuestro rumbo. Aún estamos a tiempo de escapar al destino al cual nos arrastra la inercia, pero va a hacer falta mucha voluntad, valentía y fuerza coordinada para poder hacerlo. 

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Juan Bordera

Journalist and content creator

09 junio 2022 — Juan Bordera
Etiquetas: filtro-future

Comentarios

Luz

Luz dijo:

Que interesante es este artículo.

Gracias por ir abriéndonos los ojos

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