¿Es la sostenibilidad una moda? Los números hablan por sí mismos.

Cada vez que una marca se compromete a compensar sus emisiones de carbono, o a reducir el consumo de agua, o la generación de residuos, debe explicar por qué es importante. Es en ese momento en el que la marca necesita hacer hincapié en por qué lo que hace, por qué debe interesarnos. Es entonces cuando aparecen algunos de los datos más escalofriantes y repetidos del sector: la industria de la moda produce y vende entre 80 y 150 mil millones de prendas al año en todo el mundo; casi tres quintos de toda esta ropa termina en vertederos al año y entre el 8 y 10% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero proceden de la industria de la moda.

No hace falta mucho más para darse cuenta de que realmente estas cifras son alarmantes, aunque hay algo extraño en ellas: la horquilla de producción de prendas es verdaderamente amplia, la cantidad de prendas desechadas varía cuantiosamente dependiendo de ella, y las dos estimaciones existentes para las emisiones de gases de efecto invernadero varían entre ellas en mil millones de toneladas, una cantidad suficientemente grande como para ser considerada. ¿Es posible que estos datos, recopilados de informes prestigiosos elaborados por organismos reputados como la Ellen Macarthur Foundation, McKinsey, Boston Consulting Group, la Organización de Naciones Unidas o el Banco Mundial sean falsos?

La verdad es que cuesta creerlo… pero sí. De los 12 hechos más comúnmente citados al hablar de moda, sólo uno, que el 4% de los residuos totales mundiales son textiles, se basa en cualquier tipo de ciencia, recopilación de datos o investigación revisada por pares. El resto se basa en creencias viscerales, enlaces rotos o estrategias de marketing.

Y sin embargo, la realidad es evidente: hay pistas inconfundibles en todo nuestro entorno de que algo va mal, desde los ríos contaminados de Bangladesh e Indonesia, hasta la ropa que es incinerada temporada tras temporada, o los microplásticos que se liberan en cada lavado de nuestras prendas.

Si volvemos a tirar del hilo del único dato contrastado, la estadística de que el 4% de los desechos globales procede de la industria textil, llegamos a un informe del Programa de Acción de Residuos y Recursos (WRAP, organización sin ánimo de lucro inglesa) sobre la vida útil de las prendas y los residuos generados. Es entonces cuando nos damos cuenta de que este dato, extraído únicamente de Reino Unido, es luego extrapolado al porcentaje mundial de residuos generados. ¿Qué lo hace remarcable aun así? La transparencia a la hora de llegar hasta el origen. La transparencia como garante de unos datos que realmente sí son importantes, ya no solo para la industria de la moda, sino para conocer el verdadero sentido de la sostenibilidad de nuestro mundo y de su capacidad de resiliencia. La transparencia y su capacidad de señalar y guiar unas prácticas en una industria que necesita cambiar, pero que todavía tiene mucho que descubrir.

La respuesta a este enigma, la tenemos en las propias marcas de moda y en su capacidad de medir los impactos que definen las prácticas que han usado para crear sus productos, comenzando por su propia definición. La transparencia es esencial para poder saber lo que compramos, para poder tomar decisiones informadas y para poder conocer realmente el impacto de nuestro estilo de vida en el mundo en el que vivimos.

Si queremos cambiar, debemos comenzar por conocernos primero.